lunes, 24 de noviembre de 2014

Más catalanes que independentistas

Y todo ello dando por buenos unos resultados que no tienen credibilidad. Se ha votado desde los 16 años y lo han hecho también los extranjeros, en cajas de cartón que todavía están abiertas y sin ningún tipo de control. Ha sido como un partido de fútbol sin rival y con el árbitro a favor. Familiarizados como están con el engaño, solo se pueden engañar a sí mismos los que presentan como un éxito lo que ha sido un gran fracaso. El 9-N del 2014 estaba señalado como un hito histórico. El Govern, desde que Mas abrazó hace dos años la causa separatista, no ha hecho otra cosa que impulsar logística, económica y descaradamente un proceso en el que al final dos de cada tres catalanes ni se han molestado en participar. Después de tanto follón, gasto y propaganda, el globo se ha pinchado, especialmente en la Val d’Aran o en el área metropolitana de Barcelona (L’Hospitalet, Badalona, Santa Coloma, etc.), donde de los 1,5 millones de ciudadanos no llega al 20%del censo los que apoyaron independentismo ¿Podrían autodeterminarse estas zonas en una Catalunya independiente?

En realidad el permanente estado de agitación y excitación en el que viven nuestros soberanistas les induce a cometer graves errores. El simulacro del 9-Nal 25-N, además de una falta de respeto por la democracia y una burla al electorado, pone en evidencia la existencia de un techo electoral que no consigue perforar el sentimiento de los más de 4,5 millones de catalanes que se sienten también españoles, no quieren romper con España y tienen otras prioridades y preocupaciones, como se manifiesta en elecciones generales, en las que hasta ahora siempre se ha movilizado el voto a favor de opciones no independentistas. El 9-N ha servido también para descubrir que el soberanismo usurpa una representatividad que no tiene. Cuando habla en nombre del pueblo catalán como si fuera uno y el suyo, no solo desprecia a los muchos –la mayoría– que piensan distinto, es que además confunde al electorado, que canaliza su malestar en contra del Gobierno como si fuera suyo y no es así. Los balcones silenciosos le han ganado la partida claramente a las banderas sediciosas y continuar con este proceso solo conduce a la división y al empobrecimiento de Catalunya y a la deslegitimidad de un Govern que no cumple las leyes y de un president que solo lo es de los independentistas y únicamente se dedica a trabajar contra España y contra el Estado del que se declara enemigo.

Entretenido como está en liderar la competición identitaria y marear la perdiz, y el lobo, la actitud desafiante y arrogante de Mas no es la más propicia a un diálogo con el que todos estamos de acuerdo pero que no consiste en que a uno le den la razón en todo ni en exigencias de imposible cumplimiento. Como lo fue pedir el pacto fiscal el 12-S del 2012 nada menos que para ¡irse de España!, cuando además estaba entonces a punto de ser intervenida, ni exigir ahora un referéndum que no cabe en la Constitución española ni en ninguna otra del mundo porque la ONU solo lo reconoce para situaciones coloniales o en caso de violación de derechos humanos. Lo que sí es posible, como ya ha reiterado muchas veces Rajoy, es el diálogo dentro del marco de la ley y de la Constitución, que se puede reformar de acuerdo con los procedimientos establecidos en ella, pero no derogar. Si lo que pretende Mas es arrebatarle al conjunto del pueblo español el derecho a decidir sobre la integridad territorial de España, va a tener por parte del Partido Popular, que se ha constituido en el garante de la unidad nacional, la misma respuesta que siempre, y llegados a este punto sería conveniente que los socialistas liderados en Madrid por el apolíneo Sánchez y aquí por el sinuoso Iceta aclararan de una vez la reforma constitucional que proponen y abandonaran la equidistancia entre los que estamos defendiendo la Constitución y la unidad de España y los que quieren romperla.

De momento, y como no podía ser de otra manera, Mariano Rajoy se dedica a ejercer de presidente de Gobierno de todos los españoles, y entre ellos de los 7,5 millones de catalanes también. Cuando Catalunya ha necesitado ayuda, como ahora, para superar la crítica situación financiera en la que nos ha situado el Tripartit y este Govern, el Gobierno de España ha aportado la liquidez que ha permitido financiar los servicios públicos esenciales y el pago de la deuda y los proveedores, y ahora Catalunya como uno de los motores que es de la economía española se beneficiará de la recuperación que se ha iniciado en el conjunto de España porque ha vuelto el crecimiento económico, bajan las listas del paro y aumentan las de afiliados a la Seguridad Social.

Y esto es lo que garantiza la sostenibilidad del estado del bienestar. Los catalanes, a partir del 1 de enero del 2015, como el resto de los españoles, tendremos una rebaja media del 12,5% del IRPF del tramo estatal y las retenciones de los salarios se suprimirán o reducirán ostensiblemente. Las familias numerosas y las que tienen dependientes a cargo tendrán importantes bonificaciones fiscales y la Catalunya emprendedora se beneficiará de la reforma del impuesto de sociedades. Juntos nos irá mejor porque Catalunya necesita tanto a España como España a Catalunya. No ha dejado de ser una triste coincidencia que el mismo día, hace 25 años, que se derrumbaba el muro de Berlín, algunos aquí impulsaran fronteras que nos aislarían del resto de España y del mundo.

José Ignacio Llorens Torres
Diputado al Congreso del Partido Popular por Lleida


jueves, 6 de noviembre de 2014

La gran farsa del 9-N

Todo empezó en Arenys de Munt. Como acaba de recordar el líder de la CUP, el partido de la zapatilla, el 9-N tiene su origen en la consulta municipal por la independencia propuesta por el alcalde de ERC de esa localidad el año 2009. El 96,1% de los 2.671 votantes de Arenys respaldó la independencia de Catalunya y, aunque solo votó el 41% del censo, el éxito impulsó la iniciativa a otros municipios expresamente seleccionados. Pero ese éxito empezó a desvanecerse cuando la consulta llegó a los núcleos urbanos. Así, en Lleida los resultados no fueron ni difundidos a pesar de las facilidades. No había papeletas del no y las del podían repetirse y durante varios días.

Sin embargo, la semilla había prendido en el subconsciente soberanista, y cómo se ha visto ha sido después retomada y ha desembocado en el denominado proceso participativo que tiene todavía más carencias democráticas que el frustrado referéndum suspendido por el TC y garantías parecidas a las consultas de Arenys. Ni censo, ningún tipo de control de votantes ni de resultados, 15 días para votar desde los 16 años y participación tan abierta que en la propia web de la Generalitat ya figuran como participantes desde Bob Esponja hasta Elvis Presley, así que los resultados pueden ser tan espectaculares que el número de votantes puede superar incluso el censo. Pero, ¿cómo hemos llegado hasta esta ridícula y grotesca parodia? Es verdad que el Estatut de ZP, los dos Tripartit y las manifestaciones del 11-S inicialmente impulsadas por Maragall y Montilla animaron la fiebre separatista. Pero la sentencia del TC sobre el Estatut a la que tanto se apela no produjo ningún tipo de desgarro en la sociedad catalana, en la que seguían conviviendo los dos sentimientos de pertenencia con absoluta tranquilidad. Más eufórica la separatista, pero mayoritaria todavía ahora, si se analizan a fondo los sondeos, la de los catalanes que de una u otra forma quieren seguir en España pero lo quieren expresar a través de cauces legales y democráticos.

Las consultas verdaderas, las electorales, tras la sentencia del TC, así lo ratifican. Los separatistas no consiguieron representación en la Paeria y solo 3 diputados en el Congreso. Es cierto que en esas elecciones de legislatura vigente, Convergència todavía no se había convertido al independentismo. Pero la mayoría excepcional solicitada por nuestro intrépido Mesías para hacer realidad sus sueños que se han convertido en una pesadilla para todos fue castigada con 12 diputados menos que se llevó ERC. La suma de ambos, algo más de 1.800.000 votos sobre un censo de 5.200.000, tampoco representa un extraordinario respaldo, no mejoró en las recientes europeas y en todo caso queda muy lejos de la mitad del censo mínimo exigible para soñar con Ítaca.

Hay que buscar otros motivos para explicar la actual fiebre secesionista. Nuestro astuto protagonista, al que hoy sus socios de ERC le birlaron dos mayorías, quedó muy impresionado cuando al primer año de su mandato en el 2011 tuvo que entrar en el Parlament con helicóptero. Las herencias de ZP y el Tripartit de ERC, la crisis y los recortes suponían dificultades difíciles de afrontar y por eso el president del Govern decidió volver al notario, esto es, romper con el PP, que le apoyaba para gobernar, y se entregó al desgobierno con tanto fervor que acabó arrebatando las pancartas que encabezaban las manifestaciones del 11-S. Nada más rentable ante un gobierno con dificultades, como todos los de esta época, que eludir las propias responsabilidades, fomentar las hostilidades contra el enemigo exterior y excitar el victimismo pidiendo lo imposible como lo era en 2012 exigir un pacto fiscal en una España a punto de ser intervenida. Ha sido una vía de escape perfecta para un president que ha conseguido que el populismo separatista arrastrara, se mezclara y sepultara –de momento– al populismo antisistema, desactivar la protesta social por los recortes y pasaran casi desapercibidas las conexiones con la cleptocracia de la dinastía Pujol y la clase dirigente de Convèrgencia durante estos 30 años.

Convenía, pues, reforzar el proceso con esa astucia de la que hace gala el que se autodefine como enemigo de España a pesar de que la representa en Catalunya y seguir engañando al Estado con una trampa tras otra. ¿Hay algo aparentemente más sugestivo y democrático que el derecho a decidir y algo más espantoso que negarle el voto al pueblo catalán? Es tan obvio y los ejemplos tan numerosos y evidentes de que el derecho a decidir tiene sus limitaciones que solo puede ser negado por la ceguera nacionalista. Otra trampa de Mas, el astuto, contra el Gobierno Central del que no obstante sigue percibiendo las ayudas del FLA para el pago de proveedores y deudas. Ante tanto engaño el reto ahora es recorrer el camino inverso al que les ha permitido a los soberanistas en tan poco tiempo ganar ilegítima y antidemocráticamente tanta influencia. Democracia, derecho a decidir y libertad son las grandes falacias utilizadas por la propaganda soberanista. ¿Cómo puede ser libre una consulta cuando la Generalitat ha utilizado hacia una sola dirección todo su poder institucional, ha manipulado hasta la obscenidad aTV3, ha destinado ingentes cantidades de dinero público, obliga a medios de comunicación públicos y privados a insertar publicidad gratuita, presiona a funcionarios y dispone ya listas amarillas y negras? Toda una prueba de que el nacionalismo es junto al comunismo y el fascismo el mayor enemigo de la libertad y responsable directo de las grandes tragedias de la humanidad en Europa, en el mundo y en España.

¿Cuáles van a ser las consecuencias de la chapuza del 9-N? Evidentemente en esta farsa no se puede participar, pero el daño ya está hecho. El capital aportado para crear empresas en Catalunya ha descendido hasta septiembre un 63%, hasta 478 ME, mientras en Madrid se ha disparado hasta 2.500 ME. No es lo peor, porque la división y confrontación ya ha llegado a la sociedad catalana. Este es el triste balance de un Govern que no ha gobernado, se ha situado fuera de la legalidad democrática y será responsable de lo que ocurra a partir del 9-N. Este es el delirio de un president que para taparlo todo ha conducido al suicidio político a su partido en favor de otros que si llegaran al poder destrozarían a una Catalunya que ya está al borde del abismo. La única solución es restaurar la ley, proteger la Constitución, que es la que nos protege a todos, y defender la unidad de España.

José Ignacio Llorens Torres
Diputado al Congreso del Partido Popular por Lleida