viernes, 31 de octubre de 2008

Presupuestos, otra trampa de ZP

Mientras ZP sigue provocando la hilaridad de todas las cancillerías occidentales con sus magistrales e improvisadas lecciones de economía, llegan hoy al Congreso de los Diputados los Presupuestos del Estado para el año 2009, tan irreales como las audaces declaraciones de ZP que ahora descubre que Europa va a salvar de la crisis a los Estados Unidos –¡vamos, como en 1944!– de la misma forma que la UE se ha inspirado en las recetas de un Presidente de Gobierno, el nuestro, que provoca la envidia y admiración del mundo, según dice el secretario de Estado de Economía, David Vergara.
Y es cierto que en todo el mundo se vive una crisis, descubierta por cierto un año antes que aquí. Pero sus efectos no son los mismos en todas partes, entre otras razones por que los que no han ocultado y han reconocido los peligros, hace tiempo que están ajustando sus economías en los gastos, que este año se le han disparado al Gobierno, en los pronósticos y en los Presupuestos del Estado, que lo primero que tienen que ser es realistas, es decir estar basados en unas previsiones que se puedan cumplir.
La falta de realismo, es precisamente la principal trampa de los Presupuestos del 2009. Los Presupuestos son en definitiva un ajuste entre ingresos y gastos. Los ingresos proceden de los impuestos, que dependen como es natural de la actividad económica. Cuando esta, es decir el crecimiento previsto, viene siendo muy inferior al esperado, la recaudación también lo es, y no hay más que ver el hundimiento del IVA, del impuesto de Sociedades, etc..., para deducir que vamos a tener mucho menos dinero, para atender las políticas sociales que todos anhelamos y las inversiones públicas que todo Estado debe acometer.
Sobre todo teniendo en cuenta que la Partida de gastos que más crece en los Presupuestos del Estado es la de las subvenciones al desempleo, que sube un 24% y alcanza los tres billones de las antiguas pesetas, como consecuencia de que ya hemos ganado la Champions del desempleo. Por eso, no se pueden atender demandas sociales, como la Ley de la Dependencia, que es una magnífica Ley pero sigue sin presupuesto como el año pasado.
Pero es que además, las subvenciones al desempleo previstas en los Presupuestos son inferiores a las que se van a necesitar, porque las previsiones de este Gobierno, tan falsas como todas las promesas de Zapatero, son superiores a la realidad en los ingresos e inferiores en los gastos, con lo que vamos a volver al déficit, que para cubrirlo obligará a subir los impuestos, que ya experimentan una subida encubierta al no deflactar la inflación, a lo que habrá que añadir los aumentos en los costes de las hipotecas que deberán financiarse, según las últimas recomendaciones de Pepiño Blanco, con los 400 euros electorales, de los que sólo algunos han visto la mitad.
Cerrar los Presupuestos como se han cerrado, comprando los votos del PNV y del BNG, a cambio de recortes en la sanidad de las Comunidades gobernadas por el PP, ilustran, con claridad sobre el rigor y el talante de un Gobierno que pide apoyos sin condiciones a una Oposición a la que no deja de insultar, y a la que quiere obligar a que abdique de la principal responsabilidad que en una democracia le otorgan los ciudadanos a los que no gobiernan, que es, además de presentar alternativas, la de controlar y fiscalizar al Gobierno, sobre todo ahora que los bancos van a recibir enormes cantidades de dinero que no puede ir más que a las Pequeñas y Medianas Empresas para que prosigan su actividad, y a los ciudadanos en apuros para que puedan pagar las hipotecas.
La Oposición está pues donde tiene que estar, colaborando con el Gobierno pero criticándole lo que hace mal, como las políticas de empleo, que no parecen por cierto preocupar excesivamente a los Sindicatos, que todo el mundo se pregunta donde están. Pues de momento en los Presupuestos, salvo la Comunidad de Madrid, donde a pesar de los aciertos de Esperanza Aguirre, se pasan el día boicoteando la Sanidad recortada por el gobierno socialista y la inauguración de hospitales, que al parecer resulta insoportable para los Sindicatos. Puestos a preguntar por fin, sin duda el lector se preguntará como puede acabar esta crisis. Pues nadie, salvo Dios y por lo visto Zapatero, lo sabe. Lo malo es que por el camino se está llevando ahorros, empleos y empresas.