jueves, 1 de octubre de 2009

“Patas arriba”

Mientras Zapatero coge el avión, para asombrar al mundo con sus fantásticas propuestas, que lo mismo sirven para solucionar conflictos internacionales que para descubrir los verdaderos origines de la crisis, -que no son otros que el cambio climático- y las recetas mágicas para superarla, las imágenes de las calles y plazas de nuestras ciudades “patas arriba”, son un fiel reflejo del fracaso de un Gobierno desorientado y sin norte y de un Presidente que ha perdido el oremus. La crisis de nuestro país, que no era solo debida a los mercados financieros internacionales, como se decía y ya se ha visto, porque otros ya están saliendo de ella, no es solo económica tampoco.

El fundamentalismo revanchista de nuestro Presidente provoca una fractura social tras otra. La última, abierta por nuestro intrépido ZP al que le encanta abrir frentes, es especialmente inoportuna y traerá malas consecuencias. Los culpables ahora de la crisis para quien más poder tiene en España son los poderosos, o sea los empresarios. A nadie en su sano juicio, cuando somos el país con mayor paro de Europa, el doble que la media, y tenemos más de 3.600.000 parados, más de 800.000 de ellos sin prestación, se le ocurriría la irresponsabilidad de enfrentarse a los empleadores y dirigir en su contra las huestes sindicales comandadas por Cándido Méndez, cuando precisamente la gravedad de la situación actual, requiere todo lo contrario. Entendimientos.

Los empresarios y los autónomos, no le están pidiendo al Presidente del Gobierno despido libre, sino incentivos a la contratación, como se ha hecho en épocas difíciles. Estímulos fiscales, liquidez porque no llegan los créditos de los Bancos y medidas eficaces contra la morosidad. No es mucho pedir para quienes tienen la responsabilidad de crear empleo, riqueza y pretenden seguir haciéndolo. A la Oposición cuyo consenso es también esencial, sobre todo en épocas críticas, no se le puede exigir que acate sin más todas las ocurrencias y disparates, que no son pocos, del Gobierno.

A la Oposición, que en democracia está para oponerse a lo que cree que son errores del Gobierno, cabe exigirle propuestas como las que viene haciendo Mariano Rajoy desde hace tiempo sin ser escuchado y que además fueron aplicadas con éxito cuando gobernó el Partido Popular, durante ocho años. Reducción de gasto, todos los gastos, que es lo que permite después, disminuir los impuestos y alentar la inversión, el ahorro y el consumo. En definitiva el empleo. Eso y promover estímulos fiscales, es lo que están haciendo los países como Francia e Italia que están superando la crisis y lo que le aconsejan a Zapatero el Banco de España y todos los economistas con prestigio internacional.

Ahí con la Oposición, a la que dirige ZP en su contra con saña partidista y miope el aparato judicial del Estado, que mira para otro lado o sencillamente no investiga las corruptelas cometidas por el PSOE, en la Caja Castilla-La Mancha, la empresa de la hija de Chaves, o en la presidencia del CNI, se ha producido otra importante crisis. El tan alardeado talante es otra de las muchas tautologías zapateriles. Tampoco deberían pasar inadvertidos, loa avisos de tan destacados socialistas en el ámbito económico como son Fernández Ordóñez, Almunia y hasta Felipe González que piden un cambio de rumbo, o como Solchaga que anuncia que ni de lejos se van a recaudar los 15.000 millones de euros, con los que además solo se va a tapar una parte del agujero de 50.000 que se han gastado de más hasta junio y que se duplicarán a fin de año hasta situar el déficit por encima del 10 por ciento, lo que nos dejará fuera de Europa.

Cuando en tan poco tiempo se ha pasado del superávit a un déficit, que provoca una deuda tan descomunal y cuyo coste puede ser pavoroso a nada, que los tipos de interés del Banco Central Europeo suban como parece apuntar la recuperación económica de Francia y Alemania, decretar una nueva Financiación Autonómica es un disparate, porque deja cada vez más inoperantes los instrumentos de control del Estado. Se demuestra con despilfarros en embajadas autonómicas o en el encargo de informes a la parentela, tan chocantes como el cultivo de la chufa, la almeja brillante o el parchís.

La alborozada y patriótica salutación por otra parte, con que Puigcercós recibió el nuevo Acuerdo de Financiación Autonómica “Es un paso más hacia la independencia” pone en evidencia otra crisis. La crisis del Estado, agravada por los continuos desafíos ante una más que probable sentencia del Tribunal Constitucional, recortando algunos aspectos del Estatut que son claramente anticonstitucionales.

Desde la lejana promesa de Zapataro a Maragall en el 2003, “Te daré el Estatut que me pidas“, antes del atentado del 11M que le llevó al gobierno, hasta el reconocimiento del propio Maragall de que antes de cambiar el Estatut hubiera sido necesario cambiar la Constitución, hay un camino recorrido lleno de despropósitos. La Reforma del Estatut que muy pocos pedían y pocos han votado, es un ejemplo más de la creación de un gravísimo problema que no existía.

Cuando un país como el nuestro, España tiene además de una crisis económica, una crisis institucional, judicial y social y una crisis con el Estado de las Autonomías, cuando un Presidente inexplicablemente ha estado excitando continuamente el enfrentamiento ideológico, territorial, religioso, y ahora hasta el de clases, las responsabilidades de sus errores no pueden cargarse en la Oposición, sino en quien dirige un Gobierno incompetente, sin cohesión, rumbo ni solvencia, que tiene que ser cambiado. Con votos. Cuando toque, pero cuanto antes porque la situación se hace insostenible. La crisis no es solo económica. Es total.

José Ignacio Llorens Torres
Diputado al Congreso del PP por Lleida

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