lunes, 6 de mayo de 2013

El valor del realismo

El estallido de la dramática cifra de paro, 6’3 millones, conocido poco antes de las previsiones macroeconómicas anunciadas por el gobierno el pasado viernes, encendió todas las luces de alarma y sembró inquietudes y angustias nuestro más inmediato futuro. Conviene, no obstante, plantear una serie de aclaraciones y reflexiones para ajustarnos a la realidad y para que nuestros juicios y opiniones sean lo más certeros posible.

Es verdad, que como consecuencia de la crisis, que ahora nadie niega, mucha gente lo pasa mal. Pero, no es menos cierto que la izquierda desde sus más variadas expresiones, desde el PSOE hasta la más radical, está aprovechando con su proverbial oportunismo, agresividad y amnesia, la situación actual, cuyo origen y complejidad no se puede soslayar. En primer lugar, corregir las previsiones macroeconómicas a la baja, en crecimiento, déficit y paro, como lo hizo el gobierno el pasado viernes, no es una mentira, lo que es falso es que vaya a subir impuestos este año.

En todo caso es el reconocimiento de un error, algo que otros nunca hacían, y un ejercicio de realismo político. Y el realismo es siempre una buena receta en medicina y en política. No hay más que recordar el célebre debate el año 2008 entre Solbes y Pizarro y lo que decían uno y otro sobre la crisis. Los optimistas pronósticos del socialista sirvieron para gastar durante casi cuatro años el doble de lo que se ingresaba, para comprar votos a 400 euros, regalar cheques baby a 2.500 y derrochar 16.000 millones de euros en sucesivos planes E, entre toda otra clase de dispendios.

Y así llegamos al 2011 al borde de la intervención. Por eso, Zapatero tuvo que recortar las pensiones, proponer la ley de estabilidad presupuestaria que había despreciado y adelantar las elecciones. Nos dejo el país no en el 6% de déficit, como decía, sino en el 9%, en 30.000 millones de euros más de lo que aseguraba, y el paro en 5’3 millones, incluidos los papeles para todos. Ahora nos escandalizan los 6’2 millones, pero la mitad del aumento se ha producido antes de la entrada en vigor de la reforma laboral, que para la izquierda es la causante de todos los males. La herencia también incluía las preferentes, los desahucios, un sistema financiero en ruina y una prima de riesgo descontrolada.

En esas condiciones, conseguir, como lo ha hecho el gobierno de Rajoy, reducir el déficit al 7% y evitar la intervención ha sido casi un milagro y ha sido la consecuencia de una serie de reformas que ahora se niegan, pero gracias a las cuales se ha evitado por ejemplo que vengan los señores de negro, como ha ocurrido en Chipre, en Portugal o en Grecia, y rebajen las pensiones y los ahorros a la mitad, echen a los funcionarios a la calle y recorten la sanidad hasta mínimos.

La reforma laboral, en definitiva, ha acercado a empresarios y trabajadores para salvar empleo, lo que ha permitido que los tres mayores fabricantes de automóviles se instalen en nuestro país y que ganemos en competitividad hasta el punto de que nuestra balanza exterior está en positivo. La reforma financiera ha permitido salvar a una gran parte del sistema bancario que estaba en bancarrota y evitar el contagio al que no lo estaba, y se ha hecho con 40.000 millones de euros que llegaron de Bruselas, no de nuestros bolsillos, y gracias a los cuales y por sí mismos esos bancos cuando sean privatizados volverán a inyectar liquidez a las empresas y a las familias. Y la reforma fiscal junto con la austeridad ha permitido reducir el déficit.

Gracias a esa reducción del déficit, la UE ha relajado los objetivos, que ya no son del 4,5% para este año sino del 6,3% del PIB y retrasa hasta el 2016 el objetivo del 3%, lo que permitirá una cierta animación de la actividad económica. Entre medias, el pago pendiente a proveedores ha provocado también un alivio, y el rigor, la austeridad y el reconocimiento de la realidad nos permiten que la UE y Bruselas confíen en nuestro país y nos ayuden.

El pasado viernes, conocida la cifra de paro y la corrección a la baja de las previsiones del gobierno, pasó desapercibido lo más importante. El que la Unión Europea haya rebajado en tiempo y cifras sus exigencias a España, que los inversores extranjeros hayan recuperado el interés por las empresas españolas y que la prima de riesgo sigue bajando y las exportaciones creciendo. No es cierto que no se hayan hecho reformas. Mientras el gobierno de Rajoy ha aprobado más de veinticinco leyes -Más y Junqueras solo han aprobado una- a punto están ya para entrar en el Congreso, entre otras, la ley de mejora de la cadena alimentaria, la ley de Emprendedores, la ley de unidad de mercado y la ley de sostenibilidad de las pensiones.

Y para los que son tan aficionados a la Memoria Histórica, un pequeño recuerdo contemporáneo. El año 96, mientras Felipe González despedía a uno de sus ministros en las puertas de la cárcel de Guadalajara, se le escapaba el Director de la Guardia Civil con los dineros y el de los dineros también ingresaban en la cárcel, nos dejaba un país arruinado y fuera del euro. Otra política, la del PP del gobierno de Aznar, fue capaz de recuperar el país en ocho años. Es de ilusos pensar que Rajoy en poco más de un año pueda arreglar lo que otros llevan estropeando durante ocho, aunque está en el camino de hacerlo. Y ya se verá porque Rajoy sabe lo que hace.

José Ignacio Llorens Torres
Diputado al Congreso del Partido Popular por Lleida
Presidente de la Comisión de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente en el Congreso de los Diputados

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