Más
que un ejército, lo que necesitan es un enemigo. Esto es lo que necesitan los
separatistas, ahora autodenominados soberanistas, según acabo de leer en un
atinado comentario con el que no puedo estar más de acuerdo. Viene esto a
cuento de la última ocurrencia de la ANC, que se ha convertido en la
inspiradora de una hoja de ruta que ya tiene meta y fecha, el 9 de noviembre.
El mismo día en que cayó el muro de Berlín aquí se quiere levantar otro con el
resto de España.
Y
desde ahora hasta entonces, los que se irrogan en exclusiva la representación
del pueblo catalán no van a dejar de sorprendernos con todo tipo de
disparatadas propuestas, más propias de las guerras de Gila y que harían las
delicias de las portadas de La Codorniz. Lo
de organizar una flota para proteger nuestras costas a base de reconvertir
embarcaciones de recreo y una red de espionaje en el exterior, en Cáceres
pongamos por caso, han merecido la matización del inefable Conseller de la
Presidencia para que la gente no se lo tome a chirigota. Son simplemente
maniobras de distracción para despistar al enemigo, que es España,
naturalmente, como nos aclaró Homs para tranquilizarnos. Quiero y o ver, sin
embargo, en que queda lo del Ejército catalán y la restauración de la mili
obligatoria, porque no creo que nuestros patriotas se apunten a la mili voluntaria.
Lo
que sí parece que tiene visos de realidad es convertir la antigua Plaza
Monumental de toros de Barcelona en una mezquita con una doble intención,
sacarle dinero a los de Qatar, o sea a los que patrocinan al Barça, y fidelizar
el voto musulmán para la consulta. En fin, con la que está cayendo en la familia
y de lo que nos estamos enterando y no precisamente por los medios catalanes,
lo de “España nos roba” está perdiendo su sentido y conviene distraer al
personal y no hablar tampoco de cuestiones tan importantes como la reforma
fiscal y del Plan de Medidas para el crecimiento, la competitividad y la
eficiencia, recientemente aprobados por el Gobierno para impulsar un crecimiento
que es el doble de la media comunitaria y que surte sus efectos.
Porque
es una realidad que el paro interanual en junio ha bajado en más de 350.000 personas
del año pasado a este y que la afiliación a la Seguridad Social ha subido en
seis meses en medio millón de afiliados. Por primera vez, se cierra un primer
semestre desde que empezó la crisis con menos parados, más afiliados a la SS y más
autónomos, y algo tendrá que ver con este cambio de tendencia, aunque no sea
suficiente, las reformas y la contención del gasto emprendidos por este gobierno.
Como es sabido y continuamente recordado, la reforma fiscal se ha hecho esperar
porque la situación que heredó este gobierno no permitía el cumplimiento de una
promesa electoral que, probablemente, hubiera impedido la reducción del déficit
en los términos exigidos por Bruselas para recuperar la confianza y los
créditos comunitarios. Pero la reforma ha llegado en forma de reducción
importante de los impuestos con el objetivo de impulsar la creación de empleo,
reforzar la competitividad, favorecer el ahorro, la inversión y el crecimiento,
y conseguir un sistema tributario más justo y equitativo.
Es
una rebaja fiscal para todos y supone una disminución media del 12,5% para
todos los contribuyentes, pero beneficia especialmente a los que menos ganan,
porque el 72% de los declarantes con rentas de trabajo inferiores a 24.000
euros anuales tendrán una rebaja media del 23,5% y se exonera de la obligación
de presentar declaración del IRPF a las rentas inferiores a 12.000 euros. El
tipo máximo para las rentas superiores a 60.000 se reduce del 52% al 45% y el mínimo
para rentas hasta 12.500 euros del 25% al 19%.
El
carácter social de la reforma se acentúa con el incremento del mínimo exento de
tributación a las unidades familiares en general y en particular a las familias
numerosas y personas con discapacidad que gozarán de nuevos incentivos
fiscales, lo que, unido a la disminución de las retenciones para los trabajadores
y en especial para los autónomos, animarán sin duda al consumo y el crecimiento.
La
apuesta por la competitividad queda reflejada en que se mantiene el 15%
aprobado en 2013 para los emprendedores, a la vez que se reduce de forma
escalonada hasta el 25% la presión fiscal de las entidades que tributan al 30% y
la de las pymes del 25% al 20%. La reforma que se empezará a aplicar el 1 de
enero del 2015 supondrá un ahorro estimado en 6.700 millones de euros en el
periodo 2015-2016 para IRPF y Sociedades y no se aparta del necesario
equilibrio que tiene que mantenerse entre la reducción de impuestos y la
disminución del déficit. Naturalmente, se respeta el tramo autonómico, que
también es susceptible de reducción fiscal, al igual que lo ha reducido el
enemigo de Madrid.
José Ignacio Llorens
Torres
Diputado al Congreso del
Partido Popular por Lleida
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