jueves, 10 de julio de 2014

Necesitan un enemigo

Más que un ejército, lo que necesitan es un enemigo. Esto es lo que necesitan los separatistas, ahora autodenominados soberanistas, según acabo de leer en un atinado comentario con el que no puedo estar más de acuerdo. Viene esto a cuento de la última ocurrencia de la ANC, que se ha convertido en la inspiradora de una hoja de ruta que ya tiene meta y fecha, el 9 de noviembre. El mismo día en que cayó el muro de Berlín aquí se quiere levantar otro con el resto de España.

Y desde ahora hasta entonces, los que se irrogan en exclusiva la representación del pueblo catalán no van a dejar de sorprendernos con todo tipo de disparatadas propuestas, más propias de las guerras de Gila y que harían las delicias de las portadas de La Codorniz. Lo de organizar una flota para proteger nuestras costas a base de reconvertir embarcaciones de recreo y una red de espionaje en el exterior, en Cáceres pongamos por caso, han merecido la matización del inefable Conseller de la Presidencia para que la gente no se lo tome a chirigota. Son simplemente maniobras de distracción para despistar al enemigo, que es España, naturalmente, como nos aclaró Homs para tranquilizarnos. Quiero y o ver, sin embargo, en que queda lo del Ejército catalán y la restauración de la mili obligatoria, porque no creo que nuestros patriotas se apunten a la mili voluntaria.

Lo que sí parece que tiene visos de realidad es convertir la antigua Plaza Monumental de toros de Barcelona en una mezquita con una doble intención, sacarle dinero a los de Qatar, o sea a los que patrocinan al Barça, y fidelizar el voto musulmán para la consulta. En fin, con la que está cayendo en la familia y de lo que nos estamos enterando y no precisamente por los medios catalanes, lo de “España nos roba” está perdiendo su sentido y conviene distraer al personal y no hablar tampoco de cuestiones tan importantes como la reforma fiscal y del Plan de Medidas para el crecimiento, la competitividad y la eficiencia, recientemente aprobados por el Gobierno para impulsar un crecimiento que es el doble de la media comunitaria y que surte sus efectos.

Porque es una realidad que el paro interanual en junio ha bajado en más de 350.000 personas del año pasado a este y que la afiliación a la Seguridad Social ha subido en seis meses en medio millón de afiliados. Por primera vez, se cierra un primer semestre desde que empezó la crisis con menos parados, más afiliados a la SS y más autónomos, y algo tendrá que ver con este cambio de tendencia, aunque no sea suficiente, las reformas y la contención del gasto emprendidos por este gobierno. Como es sabido y continuamente recordado, la reforma fiscal se ha hecho esperar porque la situación que heredó este gobierno no permitía el cumplimiento de una promesa electoral que, probablemente, hubiera impedido la reducción del déficit en los términos exigidos por Bruselas para recuperar la confianza y los créditos comunitarios. Pero la reforma ha llegado en forma de reducción importante de los impuestos con el objetivo de impulsar la creación de empleo, reforzar la competitividad, favorecer el ahorro, la inversión y el crecimiento, y conseguir un sistema tributario más justo y equitativo.

Es una rebaja fiscal para todos y supone una disminución media del 12,5% para todos los contribuyentes, pero beneficia especialmente a los que menos ganan, porque el 72% de los declarantes con rentas de trabajo inferiores a 24.000 euros anuales tendrán una rebaja media del 23,5% y se exonera de la obligación de presentar declaración del IRPF a las rentas inferiores a 12.000 euros. El tipo máximo para las rentas superiores a 60.000 se reduce del 52% al 45% y el mínimo para rentas hasta 12.500 euros del 25% al 19%.

El carácter social de la reforma se acentúa con el incremento del mínimo exento de tributación a las unidades familiares en general y en particular a las familias numerosas y personas con discapacidad que gozarán de nuevos incentivos fiscales, lo que, unido a la disminución de las retenciones para los trabajadores y en especial para los autónomos, animarán sin duda al consumo y el crecimiento.

La apuesta por la competitividad queda reflejada en que se mantiene el 15% aprobado en 2013 para los emprendedores, a la vez que se reduce de forma escalonada hasta el 25% la presión fiscal de las entidades que tributan al 30% y la de las pymes del 25% al 20%. La reforma que se empezará a aplicar el 1 de enero del 2015 supondrá un ahorro estimado en 6.700 millones de euros en el periodo 2015-2016 para IRPF y Sociedades y no se aparta del necesario equilibrio que tiene que mantenerse entre la reducción de impuestos y la disminución del déficit. Naturalmente, se respeta el tramo autonómico, que también es susceptible de reducción fiscal, al igual que lo ha reducido el enemigo de Madrid.

José Ignacio Llorens Torres
Diputado al Congreso del Partido Popular por Lleida

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